Recientemente tuve una sesión de acompañamiento directivo con Camilo.
Camilo es un excelente profesional que ha sido directivo de grandes y reconocidas empresas aquí en el país. Y me contaba que hace seis años llegó un nuevo director; un nuevo líder a ese equipo de trabajo y trajo a su gente.
Entonces, como no podía haber dos personas ocupando el mismo cargo, a Camilo le dijeron: “Hombre… gracias, pero no vas más. Estás despedido.”
Digamos que hasta ahí no había ningún problema. El problema surgió cuando a Camilo se metió en la cabeza que él no era bueno y que esa era la razón porque lo habían sacado.
Y cuestionó su profesionalismo y cuestionó su capacidad.
Desde ese momento, fruto de eso, Camilo va para atrás, para atrás, para atrás y no ha vuelto a tener unos buenos salarios y no ha vuelto a tener unos buenos cargos. Y el problema no es que Camilo no sea un buen profesional. Todo lo contrario, es un profesional brillante.
El problema es que Camilo se metió en su cabeza que él ya no valía lo que valía antes.
John Maxwell sugiere una frase preciosa al respecto y dice: “Decir que crees en ti mismo no te garantiza el éxito, pero decir que no crees en ti mismo sí te garantiza el fracaso”.
Oh, las palabras tienen poder!
Y yo lo que quiero que entiendas en este momento es que de pronto a ti te está pasando lo que le ha pasado a Camilo. Y es que te estás metiendo en tu cabeza cosas que no son necesariamente ciertas. Tú vales mucho más de lo que te imaginas….
¡Tú eres suficiente! ¡Tú eres un buen profesional! ¡Sigue adelante!
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